Es indispensable relacionar el origen de Villa Guillermina con el Quebracho Colorado, árbol representativo de América del Sur, que crece exclusivamente en masas tropicales boscosas del norte argentino, y en menor escala Paraguay, Brasil y Bolivia.
Conformó en su momento un enclave forestal, cuya principal materia prima radicaba en las innumerables plantaciones naturales de Quebracho.
A mediados del año 1897, los alemanes Carlos Harteneck y Federico Portalis acompañados por vaqueanos (algunos de ellos indígenas), exploraron una vasta zona del norte santafesino, cruzando el Arroyo Los Amores hacia el oeste, acampando en el lugar que actualmente se conoce como “plaza histórica”, en el centro de la impenetrable selva de quebrachales.
Vino entonces el elemento criollo, habituado a la vida y los trabajos de monte, improvisando carpas, construyendo ranchos de barro y troncos para sus familias, blandiendo el hacha con sus brazos rudos, derribando los árboles y abriendo picadas, venciendo con su trabajo al monte sombrío.
“La Compañía Forestal del Chaco” construyó un decauville para el traslado de la madera, montó la fábrica que sería la planta fabril más importante de la zona, caracterizada por su imponente chimenea de 74 metros de alturas, la más alta de Sudamérica; paralelamente se plantaban las vías férreas hasta las orillas del río Paraná, donde se fundaría el Puerto Piracuacito que mantendría a la Villa conectada con el mundo por vía fluvial y marítima, hacia donde se destinaron por varias decenas de años las cargas de tanino para curtir, que se elaboraba a partir de la molienda del Quebracho.
Villa Guillermina debe su nombre a la esposa de Carlos Harteneck, Guillermina Shikendans.
En 1905 los empresarios viajan a Alemania y Francia en busca de capitales para seguir acrecentando la industria, al no obtener respuestas logran convencer a un Barón Inglés, visionario también, de la importancia que tendría con el paso del tiempo la industria del tanino. Así, con capitales ingleses, surgiría la renombrada empresa “La Forestal”. Finalizada la Primera Guerra Mundial, la empresa queda, totalmente, bajo la influencia inglesa.
Villa Guillermina constituyó un pueblo perfectamente planificado y organizado, trajo también personal técnico extranjero (alemanes, austriacos, luxemburgueses).
En su momento de esplendor, este pueblo llegó a tener más de 18 mil habitantes, con un desarrollo técnico-cultural que nada tenia que envidiar a los centros urbanos mas importantes del país, contando con teléfono, luz eléctrica, agua, red cloacal, cine, campo de golf, etc.
Con el paso del tiempo, las riquezas naturales comenzaron a disminuir y comenzó así la decadencia con las consecuentes pérdidas económicas y sociales. El cierre de la fábrica en Villa Guillermina se produjo en 1952.
Conformó en su momento un enclave forestal, cuya principal materia prima radicaba en las innumerables plantaciones naturales de Quebracho.
A mediados del año 1897, los alemanes Carlos Harteneck y Federico Portalis acompañados por vaqueanos (algunos de ellos indígenas), exploraron una vasta zona del norte santafesino, cruzando el Arroyo Los Amores hacia el oeste, acampando en el lugar que actualmente se conoce como “plaza histórica”, en el centro de la impenetrable selva de quebrachales.
Vino entonces el elemento criollo, habituado a la vida y los trabajos de monte, improvisando carpas, construyendo ranchos de barro y troncos para sus familias, blandiendo el hacha con sus brazos rudos, derribando los árboles y abriendo picadas, venciendo con su trabajo al monte sombrío.
“La Compañía Forestal del Chaco” construyó un decauville para el traslado de la madera, montó la fábrica que sería la planta fabril más importante de la zona, caracterizada por su imponente chimenea de 74 metros de alturas, la más alta de Sudamérica; paralelamente se plantaban las vías férreas hasta las orillas del río Paraná, donde se fundaría el Puerto Piracuacito que mantendría a la Villa conectada con el mundo por vía fluvial y marítima, hacia donde se destinaron por varias decenas de años las cargas de tanino para curtir, que se elaboraba a partir de la molienda del Quebracho.
Villa Guillermina debe su nombre a la esposa de Carlos Harteneck, Guillermina Shikendans.
En 1905 los empresarios viajan a Alemania y Francia en busca de capitales para seguir acrecentando la industria, al no obtener respuestas logran convencer a un Barón Inglés, visionario también, de la importancia que tendría con el paso del tiempo la industria del tanino. Así, con capitales ingleses, surgiría la renombrada empresa “La Forestal”. Finalizada la Primera Guerra Mundial, la empresa queda, totalmente, bajo la influencia inglesa.
Villa Guillermina constituyó un pueblo perfectamente planificado y organizado, trajo también personal técnico extranjero (alemanes, austriacos, luxemburgueses).
En su momento de esplendor, este pueblo llegó a tener más de 18 mil habitantes, con un desarrollo técnico-cultural que nada tenia que envidiar a los centros urbanos mas importantes del país, contando con teléfono, luz eléctrica, agua, red cloacal, cine, campo de golf, etc.
Con el paso del tiempo, las riquezas naturales comenzaron a disminuir y comenzó así la decadencia con las consecuentes pérdidas económicas y sociales. El cierre de la fábrica en Villa Guillermina se produjo en 1952.
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